Desde siempre se están dando consejos de cómo
ser mejor líder, o incluso, válgame la osadía, de cómo aprender a ser un
líder. No sé si decir que horror o que
error. Todos somos líderes, siempre, de alguna manera, porque al final un líder
es el que toma decisiones dentro de un grupo, o simplemente, inicia y prepara
el camino para que se tome una decisión.
Pero en la vida hay que ser humildes, y saber
cuál es nuestro sitio en cada momento, cual es nuestra posición, y aunque
seamos jóvenes y pensemos que aún nos queda mucho para poder ser jefe de
equipos, hay cualidades que se deben fomentar desde muy temprano, y tener en
cuenta que el tiempo pasa muy rápido, quizás demasiado.
En una entrevista laboral siempre te preguntan
si alguna vez durante tus estudios o en anteriores trabajos has estado a cargo
de equipos de trabajo. La respuesta afirmativa es la que estará esperando el
reclutador por tu parte, y es la que debes de darle, pero siempre desde la
razón y con claros objetivos.
Y aunque el liderazgo sea innato en algunas
personas, se puede fomentar y educar; sobre todo porque el concepto de jefe ha
cambiado al concepto de líder.
Dentro de ese aprendizaje lo primero que
tenemos que hacer es observar y aprender, porque todos los que están por encima
y por debajo dentro de la pirámide laboral nos pueden aportar algo. Hay que
extraer todo lo que hacen bien y llevarlo a nuestro terreno, creando nuestra
propia versión de los hechos. El liderazgo es una extensión del respeto, y el
respeto es algo que se debe ganar.
Encuentra alguien de tu confianza que será tu
‘mentor’, que sea tu aliado y que te explique, tomando un café o dando un
paseo, su experiencia en la vida. Nadie
llega donde está sin luchar constantemente por conseguir sus metas.
Aprende de la historia, de la actual, de la
clásica, incluso de la propia historia de ficción de los grandes líderes. Ellos ya han pensado todo esto, o alguien lo
ha pensado por ellos, y son claros referentes que no debemos desaprovechar.
Pon todo esto siempre en práctica y en
cuestión, no hay que dar nada por bueno sin tu propia experiencia. Utiliza para esto a tus amigos, a tu familia,
a tu círculo más cercano. Aprovecha las
cosas cotidianas para ser un líder, en los planes del fin de semana,
organizando el menú semanal de la casa.
Motiva la discusión para que la toma de decisiones sea una realidad, y
serán tus pequeños logros que te harán pasar de la teoría a la práctica.
Y por último, y no menos importante,
demuestra que eres una persona en la que se puede confiar. Ante todo, la imagen que deberemos de
transmitir hacia nuestro equipo será la de una persona en la que podemos
confiar en caso de que tengamos algún problema o en caso de que queramos
delegar alguna responsabilidad.
Suerte.
Manuel Navarro Mármol. Arquitecto